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Estrés y cáncer

Las investigaciones acerca de la relación del estrés y la progresión del cáncer han mostrado un creciente interés en la investigación por parte de la comunidad científica internacional, y dicho interés se fundamenta en gran parte a las evidencias actuales acerca de la influencia del estrés crónico en el aumento de la posibilidad de desarrollar metástasis y al aumento de la mortalidad registrada en el seguimiento de los pacientes oncológicos sometidos a estrés crónico y depresión severa.

Establecer completamente los mecanismos de propagación y diseminación del cáncer es un tema que desvela a muchos investigadores, ya que la metástasis es la principal causa de muerte en cáncer. El conocimiento detallado de dichos mecanismos nos permite diseñar las estrategias adecuadas para inhibir o contrarrestar la propagación de esta dura enfermedad.

El impacto del estrés psicológico en el cáncer merece ser analizado en dos aspectos fundamentales: uno de ellos es su relación con la génesis del cáncer y el otro aspecto muy importante a tener en cuenta es la relación de dicho estrés con la evolución y propagación de la enfermedad, en particular las metástasis.

En relación al primer punto, los estudios actuales nos permiten asegurar que los resultados no son concluyentes, no obstante contamos con algunos datos significativos: Un meta-análisis de 2008 no encuentra una relación significativa entre la exposición a factores estresores y un aumento de la incidencia de cáncer, sin embargo sugiere que algunos tipos de personalidad y personas que tienen determinadas pautas de comportamiento ante el estrés, estarían asociadas a un mayor riesgo de padecer cáncer (1).

Un estudio retrospectivo publicado en 2003 en el American Journal of Epidemiology (2) por la Universidad de Helsinski (Finlandia) involucró a 10.808 mujeres, intentando determinar la relación entre el estrés y la incidencia de cáncer. Dicho estudio reveló que: Se encontró una clara evidencia entre el aumento de la incidencia de cáncer de mama y un evento vital sumamente estresante como un divorcio o separación, el fallecimiento del esposo o la pérdida de un ser muy querido o un familiar cercano.

Si bien los autores recomiendan más estudios prospectivos para confirmar estos hallazgos, es importante destacar que estos resultados (el aumento del riesgo de padecer cáncer), se registraron independientemente del índice de masa corporal, el consumo de alcohol, el hábito de fumar, la actividad física y el tipo de personalidad.

En relación al segundo punto, vale decir a la evolución y propagación de la enfermedad, las evidencias del impacto de los factores psicosociales en el seguimiento clínico del paciente oncológico son muy significativas, particularmente en la mayor mortalidad registrada en el seguimiento de este grupo de pacientes, luego de ser diagnosticados de cáncer (1 -3).

El estrés crónico y la depresión severa son dos condiciones que han sido vinculadas directamente con el aumento de la recurrencia en cáncer de mama, la reducción de la tasa de supervivencia y en general en registrar un peor pronóstico (1- 4-5-6-7-8).

Un artículo sumamente interesante, publicado en el año 2012 (9) por el Departamento de Ginecología, Oncología y Biología del Cáncer del MD Anderson Cancer Center hace una detallada revisión sobre la influencia del estrés y de cómo las hormonas del estrés inhiben el mecanismo del anoikis, favoreciendo así la diseminación del del cáncer.

La palabra “Anoikis”, fue introducida por Frisch y Francis en un trabajo publicado en el Journal of Cell Biology en el año 1994: Anoikis significa “el estado de estar sin hogar” y se refiere concretamente a la respuesta de la célula en ausencia de su interacción con la matriz extra celular, dicho en otras palabras, se refiere a la muerte auto inducida en aquellas células que abandonaron el anclaje a la matriz extra celular y pierden los mecanismos de autorregulación del crecimiento y expansión que poseen los diferentes tejidos.

Anoikis es una forma de muerte celular programada (apoptósis) inducida por células que dependen del anclaje a su tejido, pero que se han separado de su matriz extra celular circundante. Normalmente las células se encuentran unidas al tejido al cual pertenecen y establecen mecanismos de comunicación con las células contiguas y con el resto de células que forman la comunidad células del tejido en cuestión. La interacción con la matriz extra celular completa los mecanismos de interacción para regular el crecimiento del tejido y la supervivencia o muerte de las células que lo conforman. Pero, cuando las células se separan de la matriz extra celular, hay una pérdida de interacción con el resto del tejido y esas células separadas entran en anoikis y mueren. Sin embargo algunas de las células tumorales metastásicas escapan del anoikis e invaden otros órganos.

Otro mecanismo necesario para el crecimiento y expansión del cáncer tanto a nivel tumoral como a distancia (diseminación metastásica) es la angiogénesis, vale decir la capacidad de desarrollar nuevos vasos sanguíneos. Varias hormonas del estrés han sido relacionadas directamente en las diferentes etapas del proceso de metástasis, como ser: la angiogénesis, la invasión, la migración y la proliferación de las células tumorales tanto a nivel clínico (3) como experimental (10). Estos conceptos son muy importantes a la hora de hablar de los mecanismos de diseminación tumoral a distancia como son las metástasis de los diferentes tipos de cáncer.

Los marcadores neuro endocrinos del estrés, entre los que destacan la adrenalina, la noradrenalina, la ACTH y el cortisol, contribuyen a la propagación del cáncer a través de tres mecanismo diferentes: 1.- Favoreciendo la angiogénesis tanto en el tumor a nivel local como en la progresión de las metástasis. 2.- Inhibiendo el anoikis que en parte frenaría la diseminación tumoral (9) y 3.- Inhibiendo la función protectora del sistema inmune del huésped portador del cáncer, tal como está ampliamente establecido en las numerosas investigaciones de los últimos 25 años.

Está perfectamente documentado que el aislamiento social y el estrés crónico se asocian a una pobre respuesta inmunológica tanto en la sangre periférica como en el micro ambiente tumoral de las pacientes portadoras de cáncer de mama y de ovarios (11-12-13-14).

Encontramos una interesante contribución en un artículo publicado en 2015 (15) por Florent Elefteriou de la Vanderbilt University de Estados Unidos. En dicho artículo el autor destaca que a pesar de la mejoría en la tasa de mortalidad en el cáncer de mama a los 5 años, basada principalmente en la detección precoz y el empleo de las últimas terapias combinadas, un número importante de mujeres fallecen a causa de la enfermedad metastásica, particularmente en el subgrupo de mujeres muy deprimidas que ven acortada su expectativa de vida.

Si bien los motivos de esta asociación son poco claros, los recientes estudios preclínicos nos hacen centrar la atención en la contribución de factores neuroendocrinos relacionados a la respuesta al estrés crónico y a la depresión con el consiguiente aumento del tono simpático. Revisando estudios clínicos retrospectivos, el autor encontró resultados que sugieren beneficios en el empleo de Betabloqueantes en las pacientes portadoras de cáncer de mama en términos de: mortalidad relacionada al cáncer, intervalo libre de enfermedad mas largo, y disminución del desarrollo de enfermedad metastásica y recurrencia tumoral. Estos resultados se vieron reflejados sobre todo en aquellas mujeres que tomaba propanolol previamente al diagnóstico de cáncer de mama (16-17-18-19).

Debido a estos hallazgos el autor concluye que los betabloqueantes o terapias orientadas a normalizar el tono simpático podría ser de utilidad como terapia coadyuvante para limitar las metástasis óseas, o para limitar su crecimiento y eventualmente mejorar el pronóstico de las pacientes portadoras de cáncer de mama. Un reciente estudio de 2015 demuestra en un modelo experimental en animales, la remisión de metástasis hepáticas de carcinoma de colon luego de la administración de betabloqueantes (20). Está claro que queda aún mucho por descubrir en este apasionante campo de la investigación.

Estas observaciones abren una línea de investigación que debe ser estudiada con estudios prospectivos bien diseñados para tener en cuenta este tipo de línea de tratamiento. Independientemente de estas valiosas contribuciones en caso de ser confirmadas con más ensayos clínicos, creemos indispensable emplear todas las técnicas mente cuerpo para reducción del estrés a la hora de hacer un tratamiento integral del paciente oncológico, habida cuenta de la gran evidencia científica que respalda su uso, sobretodo por no tener ningún tipo de contraindicación ni efectos colaterales.

Todavía queda un largo camino por recorrer en el conocimiento completo de los mecanismos de propagación o diseminación del cáncer. Lo cierto es que, siguiendo el modelo de medicina mente cuerpo propuesto por Engel (21), y a la luz de la evidencia de la nociva influencia del las hormonas del estrés sobre dichos mecanismos de expansión, creemos fundamental el hecho de tener muy en cuenta el entorno psico-bio-social del paciente oncológico.

Creemos sumamente importante que, desde el diagnóstico de su enfermedad, llevemos a cabo una intervención neuropsicológica y mente-cuerpo con el paciente y su familia, con el objeto de reducir al máximo los mecanismos altamente perjudiciales del estrés. En tal sentido, las Guías Americanas de Oncología Integrativa para el cáncer de mama son muy claras al respecto. En su última edición de 2017 (22), los autores hacen una amplia y completa revisión sistematizada acerca de las evidencias actuales de la intervención mente cuerpo en los pacientes oncológicos. Y los resultados son categóricos, otorgando a la intervención mente-cuerpo en el paciente oncológico el más alto grado de recomendación (A1) en la reducción del estrés, el control de la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño. No en vano los centros oncológicos mas prestigiosos del mundo cuentan con sendos programas de reducción del estrés para sus pacientes y el entorno familiar.

La depresión severa, el estrés crónico y el aislamiento social son aliados muy valiosos para la enfermedad metastásica y su consiguiente impacto negativo en la evolución de los diferentes tipos de cáncer. Por tal motivo, creemos prioritario enfatizar el tratamiento integral del paciente oncológico que, sumado a los tratamientos convencionales, la nutrición, el ejercicio físico y la abolición de hábitos tóxicos, tenga muy en cuenta los factores psico-sociales del paciente. De esa manera podremos personalizar los tratamientos, aportando los mejores recursos de la Neuro Psicología, que incorpora la estimulación cognitiva, los procesos creativos y las diferentes técnicas mente cuerpo que se adecuen a cada paciente, para tratar de lograr una correcta respuesta de relajación, que disminuya el tono simpático y potencie la plasticidad cerebral. El objetivo final es intentar potenciar los recursos endógenos del paciente para poder afrontar el proceso de enfermedad con mejor calidad de vida y con mayores posibilidades de curación.

En nuestro Programa de Salud Integrativa le otorgamos una importancia capital a la adecuada gestión del estrés a la hora de elaborar el plan de salud integrativa que diseñamos para nuestros pacientes oncológicos. Donde ponemos especial hincapié en entrenarlos en el respuesta de relajación y así, con recursos propios poder disminuir el tono simpático y su consecuente descarga adrenérgica.

En la Federación Española de Medicina Integrativa creemos que todas las unidades e Oncología de España, deberían contar con serios programas de reducción del estrés y del tratamiento y prevención de la ansiedad y la depresión severa.


BIBLIOGRAFÍA:

1.- Chida Y, Hamer M, Wardle J, Steptoe A. Do stress-related psychosocial factors contribute to cancer incidence and survival? Nat Clin Pract Oncol 2008;5:466–75.

2.- Kirsi Lillberg, Pia K. Verkasalo, Jaakko Kaprio, Lyly Teppo, Hans Helenius, and Markku Koskenvuo: Stressful Life Events and Risk of Breast Cancer in 10,808 Women: A Cohort Study. Am J Epidemiol 2003;157:415–423.

3.- Antoni MH, Lutgendorf SK, Cole SW, Dhabhar FS, Sephton SE, McDonald PG, et al. The influence of bio-behavioural factors on tumour biology: pathways and echanisms. Nat Rev Cancer 2006;6: 240–8. 4.- Spiegel D, Giese-Davis J. Depression and cancer: mechanisms and disease progression. Biol Psychiatry 2003; 54: 269–282.

4.- Burgess C, Cornelius V, Love S, Graham J, Richards M, Ramirez A. Depression and anxiety in women with early breast cancer: five year observational cohort study. Br Med J 2005; 330: 702.

5.- Ross K. Mapping pathways from stress to cancer progression. J Natl Cancer Inst 2008; 100: 914–9157.

6.- Giese-Davis J, Wilhelm FH, Conrad A, Abercrombie HC, Sephton S, Yutsis M et al. Depression and stress reactivity in metastatic breast cancer. Psychosom Med 2006; 68: 675–683.

7.- Vahdaninia M, Omidvari S, Montazeri A. What do predict anxiety and depression in breast cancer patients? A follow-up study. Social Psychiatry Psychiatr Epidemiol 45: 355–361.

8.- Heffner KL, Loving TJ, Robles TF, Kiecolt-Glaser JK. Examining psychosocial factors related to cancer incidence and progression: in search of the silver lining. Brain Behav Immun 2003; 17: S109–S111.

9.- Anil K. Sood and Susan K. Lutgendorf: “Stress Influences on Anoikis”. Cancer Prev Res; 4(4); 481–5.

10.- Thaker PH, Han LY, Kamat AA, Arevalo JM, Takahashi R, Lu C, et al. Chronic stress promotes tumor growth and angiogenesis in a mouse model of ovarian carcinoma. Nat Med 2006;12:939–44.

11.- Glaser R, Padgett DA, Litsky ML, Baiocchi RA, Yang EV, Chen M, et al.: Stress- associated changes in the steady-state expression of latent Epstein-Barr virus: implications for chronic fatigue syndrome and cancer. Brain Behav Immun 2005;19:91– 103.

12.- Andersen BL, Farrar WB, Golden-Kreutz D, Kutz LA, MacCallum R, Courtney ME, et al. Stress and immune responses after surgical treatment for regional breast cancer. J Natl Cancer Inst 1998; 90:30–6.

13.- McGregor BA, Antoni MH, Boyers A, Alferi SM, Blomberg BB, Carver CS. Cognitive- behavioral stress management increases benefit finding and immune function among women with early-stage breast cancer. J Psychosom Res 2004;56:1–8.

14.- Lutgendorf SK, Sood AK, Anderson B, McGinn S, Maiseri H, Dao M, et al. Social support, psychological distress, and natural killer cell activity in ovarian cancer. J Clin Oncol 2005;23:7105–13.

15.- Florent Elefteriou: Chronic stress, sympathetic activation and skeletal metastasis of breast cancer cells. BoneKEy Reports 4, Article number: 693 (2015).

16.- Powe DG, Voss MJ, Zanker KS, Habashy HO, Green AR, Ellis IO et al. Beta-blocker drug therapy reduces secondary cancer formation in breast cancer and improves cancer specific survival. Oncotarget 2010; 1: 628–638.

17.- Melhem-Bertrandt A, Chavez-Macgregor M, Lei X, Brown EN, Lee RT, Meric- Bernstam F et al. Beta-blocker use is associated with improved relapse-free survival in patients with triplenegative breast cancer. J Clin Oncol 2011; 29: 2645–2652.

18.- Barron TI, Connolly RM, Sharp L, Bennett K, Visvanathan K. Beta blockers and breast cáncer mortality: a population-based study. J Clin Oncol 2011; 29: 2635–2644.

19.- Botteri E, Munzone E, Rotmensz N, Cipolla C, De Giorgi V, Santillo B et al.: Therapeutic effect of beta-blockers in triple-negative breast cancer postmenopausal women. Breast Cancer Res Treat 2013; 140: 567–575.

20.- Lu Zhao, Jianhua Xu, Fang Liang, Ao Li, Yong Zhang, Jue Sun: Effect of Chronic Psychological Stress on Liver Metastasis of Colon Cancer in Mice. PLoS ONE 2015; 10(10).

21.- Engel GL. “The need for a new medical model: a challenge for biomedicine”. Science 1977;196:129–36.

22.- Heather Greenlee; Melissa J. DuPont-Reyes; Lynda G. Balneaves; Linda E. Carlson; Misha R. Cohen; Gary Deng; Jillian A. Johnson; Matthew Mumber; Dugald Seely; Suzanna M. Zick; Lindsay M. Boyce; Debu Tripathy: Clinical Practice Guidelines on the Evidence- Based Use of Integrative Therapies During and After Breast Cancer treatment. CA CANCER J CLIN 2017;00:00–00.